¡Buenos humed@s días/tardes/noches!
¡Aquí el adelanto del próximo relato, el cual se publicará en breves!
Gatita maulladora, León rugidor.
Adelanto:
—Tiene sus ventajas —digo.
Me mira, la miro y acercó mis labios poco a poco hacia los suyos.
Nos besamos mientras aprieta fuerte su mano a la vez que yo la acerco a mí. Noto sus pechos chocando contra mi torso mientras nuestras lenguas se entrelazan y sus dientes buscan morderme la boca.
Mi mano que pasea por su espalda y hace que ella esté pegada a mi empieza a pasearse por su espalda, palpando su piel a través del fino cuero de su disfraz, cada vez acercándose más a la cintura. Cuando mis yemas empiezan a rozar su respingón y lindo trasero se cambia la canción a una más movida y separamos nuestros labios.
Le hago rodar frente a mí y empezamos a bailar. Aprovecho cada momento para rozarnos y ella hace lo mismo. Nos buscamos, nos palpamos y no dejamos de devorarnos con la mirada.
—¿Vamos a por un chupito? —me dice, cerca de la oreja.
Le contesto besándole el cuello, ella muerde el mío.
—Buen sí —dice, guiñándome un ojo y besándome inmediatamente después.
—¿Vamos ya?
—Sí pero a la otra barra. Así no nos molestarán —dice, volviéndome a guiñar el ojo.
Nos volvemos a besar, aún más apasionadamente. El alcohol ingerido hasta el momento ayuda y nos desborda. El chupito no es más que una excusa para dejar de bailar y estar el uno por el otro, estoy seguro.
Vamos a la barra, pedimos chupito, brindamos, apoyamos el vaso, bebemos y nos comemos los labios. Cuando me doy cuenta en la barra hay dos chupitos más. Miro y veo a una camarera guiñándome un ojo. Invita la casa, la casa quiere que no nos durmamos. La casa gana.
—Otro brindis —dice, se ha dado cuenta de los chupitos.
Volvemos a brindar y nos volvemos a besar. Esta vez ella coge mi mano y la lleva directamente a su trasero, lo palpo. No sé si es por el cuerpo pero parece que no lleve nada debajo y eso hace que mi entrepierna se altere aún más, pero más se altera cuando compruebo que ella empieza a palpármelo mientras sus labios bajan por su cuello en busca del torso por el que no ha dejado de babear.
—Creo que deberíamos ir a un sitio menos concurrido —le susurro en la oreja.
Separa sus labios de mi cuello, aprieta mi miembro con su mano y me muerde la oreja.
—Sé de un lugar —me susurra tras sacar los dientes que me tiene clavados.
—Pues vayamos —le susurro yo frente a sus labios y la beso inmediatamente después. Nos enlazamos mientras nos magreamos. Poco importan ya la música o el baile. Tras unos segundos nos separamos y ella me coge de la mano para tirar de mí y llevarme a donde pasaremos a la fiesta mayor.
Espero que os haya gustado y tengáis ganas de leer la historia completa. Atentos al blog.
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